-Adelante-
Musito, secándome las lágrimas.
-
Violeta, ¿por qué tardas tanto en bajar a desayunar? ¿Estás bien?
-
Tío Robert, ¿te importaría que hoy me quedase en casa?
-
Depende. ¿Qué te pasa? Estás muy blanca y tienes los ojos rojos. No me mientas,
se que has estado llorando. Hoy puedes faltar, pero si sigues así vas a tener
que empezar a ir a un psicólogo. Lloras todos los días. Ya tienes 18 años, hace
cinco años de la explosión, tienes que superarlo.-Dijo, y salió de la
habitación sin darme tiempo a explicarme.
Genial.
Geeeeeeenial. No se como sabe mi tío que lloro, lo oculto muy bien. Vale, no
valgo para actriz. Me pasa desde pequeña, soy muy mala mentirosa. Todo el mundo
ve a primera vista como soy y como me siento, menos yo. Me lo dicen a menudo,
soy como un libro abierto. Eso tiene sus cualidades y sus defectos.
He
cambiado mucho desde lo de Harry. Antes
era alegre, confiada, sincera, habladora. Ahora no. Suelo estar triste, e
intento ocultar mis sentimientos continuamente, sin éxito. No confío ni siquiera
en mi misma. No hablo con nadie, paso las horas escribiendo, escuchando música,
dibujando. Vivo completamente encerrada en mi misma, el exterior hace demasiado
daño.
Al
igual que los sueños.
Odio
soñar mientras duermo, siempre sueño lo mismo. Luego me despierto con la cara
bañada en lágrimas, y estoy todo el día deprimida. Hago a mi tío preocuparse,
lo paso mal, y casi nunca los recuerdo. Encima de no recordarlos, cosa que con
mi memoria es normal, lloro todas las noches, y siempre mojo la almohada. Eso
es lo único que me da una pista sobre lo que he podido soñar. Es horrible.
Suspiro,
y decido levantarme de la cama. Me duele mucho la cabeza, voy a dar una vuelta
para despejarme. Me visto y me peino, me tomo un zumo mal tomado y salgo a la
calle. De pronto, oigo ruidos detrás de la esquina. Genial. Me meto la mano en
el bolsillo de la sudadera buscando las llaves. No están. Perfecto. Sin
pensármelo dos veces, hecho a correr hacia el bosque de detrás de mis casa.
Quien sea o lo que sea me esta siguiendo. Aprieto todo lo que puedo, que es
poco. Creo que ya mencioné que no soy demasiado buena corriendo.
Ya
no se que hacer, me escondo detrás de un sauce llorón. No se oyen pasos. He
despistado a mi perseguidor. Me dispongo a salir de mi escondite, y me quedo
paralizada.
-No
puede ser…-Susurro aterrada, mientras las lágrimas caen por mis mejillas.
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