En
mi cara aparece una mueca de dolor que se ve interrumpida cuando me recorre un
escalofrío.
Odio las pesadillas. ¿Para que
sirven? Para nada. Únicamente para que la gente se vuela paranoica. Pero esta
pesadilla me ha impresionado.
Nunca he soñado con nada relacionado
con el mundo denominado ‘’paranormal’’. Ni monstruos, ni brujas, ni espíritus.
Pero últimamente veo muchas películas de miedo, y leo muchas historias. Por lo
que veo me han dejado secuelas.
Miro el despertador. Perfecto, las
nueve. En dos horas va a venir Harry, y así me da tiempo a enredar un rato. Me
levanto del suelo con cara dolorida y busco con la vista mi bata azul. Soy de
las personas que no soportan el frío. Lo llevo horriblemente fatal. Cuando
estoy en casa siempre llevo un polar, y
cuando estoy en pijama una bata.
Entro en el baño y comienzo a desvestirme perezosamente. Me meto en la ducha, el agua esta congelada.
Resoplo y aumento el ritmo, para estar el menor tiempo posible en la ducha. Me
lavo el pelo con mi champú ‘’hacendado’’ y salgo de la ducha. Si, champú
hacendado.
Me desenredo el pelo despacio y me
doy un poco con el secador. Mi pelo es
liso y largo, más o menos por la mitad de la espalda, y de un marrón muy claro.
Tengo unos ojos azules verdosos muy grandes, y con rayas amarillas y grises. Mi
nariz y mis orejas son pequeñas, y tengo los labios rosas de forma natural.
Creo que lo único que me gusta de mi son mis ojos. Soy de estatura media, y no
estoy gorda ni delgada. No soy ni guapa, ni fea. Soy normal. Lo único normal en
mi es mi físico. Mi personalidad en más… Extraña.
Salgo de mi ensimismamiento y
empiezo a vestirme. Salgo del baño cerrando la puerta tras de mí y bajo las
escaleras que me llevarán hacia el desayuno de dos en dos, dando pequeños
saltitos. Me preparo un zumo de naranja y me como dos galletas. No soy de comer
mucho.
Cuando estoy acabando, llaman al
timbre.
- Buenos días- Sonríe Harry.
- Hola.
- Estas muy seria.
- No es eso, estoy… somnolienta.
- Ah. ¿Nos vamos ya?
- Si, espera que cojo un abrigo. Ven
si quieres- Sonrío, dejándole pasar.
- Me gusta el salón. Tiene mucha
luz.- sonríe- ¿En qué trabaja tu tío?
- Es director de una empresa de
fabricar muebles, o algo así. Nunca está en casa.- susurro bajando la cabeza.
Es la verdad. Mi tío sólo está en
casa los domingos por la tarde. Llega todos los días cuando estoy dormida, y se
va a trabajar cuando aun no me levanté. No le veo nada, porque los domingos se
pasa la tarde trabajando con el ordenador.
Al pensar he tenido que poner una
cara de tristeza gigantesca, porque de pronto, sin venir a cuento, Harry me
abraza. Aunque un abrazo de Harry siempre viene a cuento.
- Siento mucho, muchísimo, haberte
abandonado de la forma en que lo hice- susurra.
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