domingo, 21 de octubre de 2012

Capítulo 8


En mi cara aparece una mueca de dolor que se ve interrumpida cuando me recorre un escalofrío.

            Odio las pesadillas. ¿Para que sirven? Para nada. Únicamente para que la gente se vuela paranoica. Pero esta pesadilla me ha impresionado.

            Nunca he soñado con nada relacionado con el mundo denominado ‘’paranormal’’. Ni monstruos, ni brujas, ni espíritus. Pero últimamente veo muchas películas de miedo, y leo muchas historias. Por lo que veo me han dejado secuelas.

            Miro el despertador. Perfecto, las nueve. En dos horas va a venir Harry, y así me da tiempo a enredar un rato. Me levanto del suelo con cara dolorida y busco con la vista mi bata azul. Soy de las personas que no soportan el frío. Lo llevo horriblemente fatal. Cuando estoy en  casa siempre llevo un polar, y cuando estoy en pijama una bata.

            Entro en el baño y comienzo  a desvestirme perezosamente.  Me meto en la ducha, el agua esta congelada. Resoplo y aumento el ritmo, para estar el menor tiempo posible en la ducha. Me lavo el pelo con mi champú ‘’hacendado’’ y salgo de la ducha. Si, champú hacendado.

            Me desenredo el pelo despacio y me doy un poco con el secador.  Mi pelo es liso y largo, más o menos por la mitad de la espalda, y de un marrón muy claro. Tengo unos ojos azules verdosos muy grandes, y con rayas amarillas y grises. Mi nariz y mis orejas son pequeñas, y tengo los labios rosas de forma natural. Creo que lo único que me gusta de mi son mis ojos. Soy de estatura media, y no estoy gorda ni delgada. No soy ni guapa, ni fea. Soy normal. Lo único normal en mi es mi físico. Mi personalidad en más… Extraña.

            Salgo de mi ensimismamiento y empiezo a vestirme. Salgo del baño cerrando la puerta tras de mí y bajo las escaleras que me llevarán hacia el desayuno de dos en dos, dando pequeños saltitos. Me preparo un zumo de naranja y me como dos galletas. No soy de comer mucho.

            Cuando estoy acabando, llaman al timbre.

            - Buenos días- Sonríe Harry.

            - Hola.

            - Estas muy seria.

            - No es eso, estoy… somnolienta.

            - Ah. ¿Nos vamos ya?

            - Si, espera que cojo un abrigo. Ven si quieres- Sonrío, dejándole pasar.

            - Me gusta el salón. Tiene mucha luz.- sonríe- ¿En qué trabaja tu tío?

            - Es director de una empresa de fabricar muebles, o algo así. Nunca está en casa.- susurro bajando la cabeza.

            Es la verdad. Mi tío sólo está en casa los domingos por la tarde. Llega todos los días cuando estoy dormida, y se va a trabajar cuando aun no me levanté. No le veo nada, porque los domingos se pasa la tarde trabajando con el ordenador.

            Al pensar he tenido que poner una cara de tristeza gigantesca, porque de pronto, sin venir a cuento, Harry me abraza. Aunque un abrazo de Harry siempre viene a cuento.

            - Siento mucho, muchísimo, haberte abandonado de la forma en que lo hice- susurra.

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