- Harry, ¿de qué estás hablando?- pregunto
confusa. Fui yo la que le deje solo. No entiendo nada.
- ¿No querías hablar? Ven.- dice,
cogiéndome de la mano y tirando de mí hacia la puerta. Cojo el abrigo con la
otra mano y salí detrás suya.
- ¿Dónde vamos?- pregunto curiosa.
- A un sitio que seguramente ya
conozcas; y si no, que espero que te guste- responde con una sonrisa. Últimamente nuestras conversaciones son muy
falsas. Muchas sonrisas donde en realidad hay lágrimas, falsos ‘’vale’’ y mucha
monotonía. Lágrimas, sonrisas; y otra vez igual. Antes yo podía hablar con
Harry sin llorar, hablábamos sin silencios incómodos y todo era perfecto. Nos
contábamos todo, sin miedo de los que el otro pudiese pensar. ¿Qué nos ha
pasado?
Seguimos andando en silencio, dos,
tres, cuatro minutos. Después Harry saltó un muro, y yo tras él. Bajamos por un
estrecho camino de pinos y llegamos a un pequeño claro. Me indica con la mano
que siga hacia la derecha, y nos internamos en otro camino, esta vez mucho más
oscuro. Tras atravesar otro camino, un poco más largo, llegamos a una especie de peña cubierta
de musgo, de la que nace un árbol muy extraño. Tiene unas ramas muy largas, y,
abajo, justo donde el tronco se mete en la piedra, hay una rama muy ancha con
un gran redondel plano en medio. Harry me indica con un gesto que me siente
enfrente suya en el redondel.
- ¿Habías venido aquí antes?- niego
con la cabeza.- Perfecto. ¿Y te gusta?
- Sí, es precioso- digo, con mi
típica sonrisita. La verdad es que aquí hablaremos muy tranquilos. Eso es justo
lo que necesitamos; hablar de una vez. Necesito explicaciones, y supongo que el
también.
- Bueno, eh… quería decirte una
cosa- susurra mientras raspa el musgo de la piedra con la mano.
- Te escucho.
-
Violeta, lo siento… muchísimo.
-¿Qué?- Debo de tener una cara de
confusión tremenda, porque Harry me sonríe levemente y continua hablando.
- No haber cumplido mi promesa. Que
nuestra amistad acabase por mi culpa. Pero tengo una explicación.
- Ya es demasiado tarde. De todas
formas, yo tampoco cumplí la mía- susurro, mientras las lágrimas caen por mis
mejillas. Me estoy convirtiendo en la ‘típica’ que llora hasta para respirar. Es algo que nunca he
soportado. Hay que llorar cuando hay que llorar. Punto.
- ¿Demasiado tarde para que?
- Pues para que todo vuelva a ser
como antes.- Susurro, mientras pienso algo así como ‘no es tan difícil’.
- Pues yo he venido precisamente
para eso. Lo siento. Fui la persona más estúpida del mundo. No quise hablarte
por una estupidez. – Musita.
-¿Me puedes decir cual fue la
estupidez?
Hola... decirte que esta novela es genial y espero que la sigas cuanto antes :) está muy bien xx
ResponderEliminar